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Sociedad | 29/05/2019

A 22 años del secuestro de Waldo Albarracín

A 22 años del secuestro de Waldo Albarracín

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Milton Condori

Se encuentra, la mayor parte de su tiempo, sentado en su oficina. Tiene tres secretarias que lo resguardan. Parece un comandante atrincherado en su búnker. Waldo Albarracín es el rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Tiene una voz grave, como si comandara un regimiento. Es atento, cortés y mantiene la mirada fija.

Albarracín recuerda que, en diciembre de 1996, mientras era presidente de La Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH), el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada había cometido la masacre conocida como “la masacre de Navidad”. Mientras avanzaban lentamente las investigaciones, él había pedido de manera insistente y valiente el esclarecimiento de los hechos, sin lograr mayores resultados. Excepto un secuestro. El suyo.

Me dice que el 27 de enero de 1997, al salir de su casa, tomó un trufi para llegar a la universidad. Lo que él no sabía era que dentro del vehículo lo estaban esperando policías vestidos de civil. Una vez dentro de la movilidad y estando a la altura de la calle 30 de Cota Cota, relata Albarracín, una vagoneta de color blanco interceptó al carro en el que iba. Dos personas bajaron de la vagoneta y, con ayuda de los integrantes del trufi, lo subieron por la fuerza al coche que los había interceptado.

Albarracín recuerda que una vez subido a la movilidad blanca, los hombres empezaron a golpearlo y que le taparon el rostro con su propia chamarra.

Sólo oía que las ruedas de la vagoneta estaban en un camino pedregoso. Después de la golpiza recibida, Albarracín señala que apareció en celdas de la Policía Técnica Judicial (PTJ).

Ante tal situación, Albarracín me dice que la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, de la cual era presidente Albarracín, condenó el secuestro y responsabilizó directamente al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Por su parte, éste se lavó las manos y solamente destituyó al General Willy Arriaza, que en ese entonces era el comandante general de la Policía Nacional.

El periódico El Diario dijo lo siguiente: “la decisión de destitución surgió como en un intento de lavar la imagen del gobierno, a las pocas horas de haberse conocido la detención irregular y una golpiza perpetrada por policías de alta graduación del servicio de inteligencia del Estado…” contra Albarracín.

El rector de la UMSA recuerda que los informes médicos señalaban que él había sufrido golpes realizados con un objeto contundente en la nuca y parte de la oreja.

La vida política de Albarracín ha sido fructífera: fue presidente de La APDH desde 1992 hasta 2003. Luego, y quizá con ese antecedente, ocupó el puesto de Defensor del Pueblo de Bolivia de 2003 hasta 2008.

Nació en 1957, tiene 62 años y me habla con una voz que le hace parecer un hombre rudo. Aún permanece sentado en la oficina de rectorado, detrás de un escritorio lleno de papeles, resguardado por tres secretarias.



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