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Reportajes | 27/11/2018

Tras una década ayudando a niños de El Alto, un proyecto lucha por sobrevivir

Tras una década ayudando a niños de El Alto, un proyecto lucha por sobrevivir

El proyecto dio ayuda psicológica gratuita durante 10 años. Foto ilustrativa

Maité Lemus
Brújula Digital |27|11|18|

La Asociación de Educadores Solsticio Bolivia fue fundada el año 2007 gracias al apoyo de la Congregación Francesa Hermanas de la caridad de Nevers, que financiaba el proyecto de ayudar a unos 250 escolares en El Alto a recibir apoyo psicológico y enfrentar de mejor manera sus numerosos problemas.

Sin embargo, la Asociación, que funcionó con mucho éxito durante más de una década, ha perdido su financiamiento y ahora lucha por sobrevivir.

Carlos Garay, psicólogo y director de Educadores Solsticio Bolivia, mencionó que su entidad está en busca de nuevos financiadores para que el proyecto de apoyo gratuito a niños de El Alto siga en marcha y no se cierre definitivamente.

Carlos Garay, director del proyecto

Esta asociación brindaba apoyo psicológico gratuito a los alumnos de dos unidades educativas de la ciudad de El Alto: Bolívar Municipal y Horizontes. Las sesiones se realizaban dos veces por semana, una hora por vez. “La terapia puede ayudar a modificar el comportamiento de los niños, además de afianzar su autoestima y entender mejor su entorno”, mencionó Garay.

“Tuvimos una experiencia muy buena, pero se cerró el proyecto y quedaron 250 niños sin atención”, señaló.

Por ello, Garay dijo: “Este año hemos tratado de reactivar y de buscar instituciones que puedan financiar. Hemos presentado el proyecto a otros financiadores, pero realmente ha sido y es muy difícil”.

Sin embargo, se seguirá buscando financiadores y luchando para mantener en pie el proyecto, aseguró el director.

Problemas de aprendizaje

La asociación cuenta con un equipo de trabajo conformado por dos psicólogos, dos profesores, una coordinadora (la monja Betty, que se fue del país al concluir el financiamiento) y el director Garay.

El apoyo estaba dirigido a niños de nivel primario con dificultades de aprendizaje que se origina en el entorno familiar en el que viven, en el que está presente la violencia intrafamiliar, entre otros.

Se ayuda a los niños pidiéndoles que hagan dibujos

Ello generaba trastornos emocionales en los menores y bajo interés por aprender los contenidos impartidos por los profesores. Muchos de los alumnos eran agresivos y otros más bien muy tímidos, impasibles. Garay y su equipo ayudaban a los chicos a enfrentar esos problemas.

Antes de iniciar el trabajo con cada uno de los niños, la asociación esperaba la valoración del profesor en base al rendimiento y calificación que obtenía el infante. De esa manera, se comenzaba a tratar la ayuda psicológica, escolar y de dificultad de aprendizaje.

Dentro del apoyo, agrupaban a los niños por el grado de dificultad de tenían y con el tiempo muchos mejoraban su escritura y sus niveles de comprensión.

El director de la entidad explicó a Brújula Digital que el proyecto trabajaba con tres elementos: los padres (principalmente la madre de familia), el profesor y el niño. “Si tu sólo trabajas con el niño, éste igual no aprende porque muchos de los problemas son originados en las familias”, aseguró Garay.

Posteriormente los profesores son los que evaluaban el trabajo que ellos hacían.

Escuela de padres

La asociación también contaba con una escuela para padres que consistía en trabajar con los progenitores de manera individual y en grupo. “Un padre debe preocuparse por el niño, que le de afecto y cariño, un niño querido es diferente a un niño maltratado. El rendimiento académico y la situación emocional es diametralmente diferente en ambas situaciones. Se nota cuando el niño va a la escuela bien vestido, llevando su tarea, mientras que el otro va sin material escolar ni con su tarea”, explicó el director.

Muchas veces, en la casa no hay quién revise la tarea ni tome en cuenta al niño y eso genera un problema afectivo. Los problemas más serios se presentaban cuando el niño es víctima de abuso físico dentro de su familia, o incluso acoso sexual.

Garay explicó que en general la respuesta de los padres es positiva cuando se dan cuenta de cuál es su responsabilidad en el proceso educativo de sus hijos, ellos reaccionan. De todos modos, siempre hay padres que nunca van a la escuela y eso requiere un tipo de atención especial. Por ejemplo, ir a cada casa, a veces en la noche.

El psicólogo y director del proyecto considera que a veces un padre de familia no se da cuenta de su actitud y necesita un observador externo que pueda ayudar a cambiar su comportamiento.

En cuanto a los niños, Garay dijo que ha habido resultados muy buenos, positivos. “Cuando los papás entienden el problema y se comprometen con sus hijos en el proceso educativo, se produce un cambio en el niño y en la familia”.



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