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Política | 24/01/2019

Nuevo gabinete, viejos rostros

Nuevo gabinete, viejos rostros

Reunión de gabinete.

El Presidente jerarquizó políticamente su gabinete recurriendo a personajes que lo acompañaron con diferente suerte a lo largo de todo su mandato. Volvió Juan Ramón Quintana, acaso el más resistido de sus ministros, pero al que se le confía a partir de su posesión la responsabilidad de asumir el control del eje de acción político/electoral del gobierno y, por supuesto del partido. 

La señal inequívoca que dio Morales es que, después de él e incluso por encima de García Linera, el que manda en estos tiempos es Quintana.

Nada garantiza claro que el retorno de los desgastados jugadores al equipo titular permita plantear el partido electoral en los mismos términos que en procesos anteriores, cuando el desafío era ciertamente menor y los adversarios más débiles.

Quintana tiene el aura del hombre fuerte del régimen y tal vez sea un factor de motivación interna para quienes no ven con mucho optimismo el futuro político del MAS y del propio Evo Morales, pero las virtudes del ex asesor de gobierno de Hugo Banzer se construyeron en escenarios donde ganar era una tarea sencilla.

Ahora bien, el verdadero peligro radica en que se lo haya elegido para encontrar una alternativa no democrática que evite la consumación de una derrota electoral de Evo Morales. No en vano ha dedicado los últimos años a profundizar y aprovechar una relación por lo menos sospechosa con los grupos del gobierno cubano especializados en el campo de la inteligencia. Cuba no sabe de elecciones desde hace más de 60 años, de modo que es muy difícil que el aprendizaje de Quintana pueda evaluarse en esos términos.

El otro retorno anunciado fue el del Luis Arce Catacora. Si algo supo hacer este funcionario de carrera que encontró refugio desde los tiempos neoliberales en el Ministerio de Economía, es capitalizar para sí los buenos indicadores de desempeño económico.

Aunque no necesariamente lo sea, Arce aparece como el artífice del crecimiento económico y como el padre del segundo aguinaldo. Ya recuperado de la enfermedad que lo aquejaba, será el responsable de empujar la inversión para asegurar que las obras lleguen y con ellas los votos para su Jefe. Pero no son los tiempos de los récords de ingresos del gas y los astros ya no están alineados como antes.

La llegada de la ex presidenta de la Cámara de Diputados al Ministerio de Salud era previsible. Médico, con especialidad en salud pública, pero sobre todo con peso político, Gabriela Montaño deberá ser la Ministra del Seguro Universal de Salud y el dique que resista la presión de los médicos, una tarea que no cumplió ninguno de sus antecesores.

En Comunicación, Morales eligió a un profesional joven, que tanto en la Asamblea Legislativa como en el Viceministerio de Planificación del Desarrollo construyó buenas relaciones con medios y periodistas. No es un personaje de confrontación como todos los que desempeñaron esa función desde hace más de una década cada. Habrá que ver ahora si la función transforma al funcionario o si este renueva la función.

Si Quintana es el responsable de la acción política, Ariel Coca será cabeza de la gestión pública desde el Ministerio de Obras. Coca es otro de los antiguos colaboradores de Morales, un comodín que le sirvió en el Ministerio de la Presidencia, en Entel y otras funciones fugaces. Goza de la confianza del Presidente y tendrá autoridad delegada para que la inversión se transforme en obras y éstas en votos.

Con Nélida Sifuentes, dirigente que goza del respaldo de los campesinos chuquisaqueños, el Jefe de Estado quiere un Ministerio de Desarrollo productivo que, sin descuidar el resto del país, priorice la ejecución de proyectos en el sur del país, una región que ha comenzado a darle la espalda al gobierno.  Esa será la misión de la ex asambleísta que vio el trabajo legislativo como algo muy "suave" para su gusto.

Un otro cambio de menor relevancia es el que llevó a Milton Gómez al Ministerio de Trabajo. Es una cuota para asegurar el respaldo de la COB, pero muy poco más en una cartera que ha chocado muchas veces con la línea del gabinete económico.

El nuevo gabinete de antiguos rostros es una apuesta de campaña para que los siguientes 10 meses no sean, como algunas tendencias lo revelan, los últimos de una gestión. Que podría llegar solo a los 14 años.



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