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Mundo | 30/11/2018

López Obrador asume la presidencia de México en medio de corrupción e inseguridad

López Obrador asume la presidencia de México en medio de corrupción e inseguridad

Andrés Manuel López Obrador

Ricardo Hernández Mendoza

Ciudad de México, especial para brújula digital

El veterano líder de izquierda Andrés Manuel López Obrador asume este sábado 1 de diciembre la presidencia de México con la promesa de encabezar lo que ha llamado la Cuarta Transformación –equiparable según él a lo que fueron la Guerra de Independencia o la Revolución de 1910– en medio de los peores niveles de violencia y de una frágil economía, que aguarda con incertidumbre el camino real que tomará su gobierno, acusado desde la campaña electoral de ser populista.

López Obrador (Tabasco, 1953) recibe un país agobiado por la inseguridad y la corrupción, de manos de Enrique Peña Nieto, del dinosáurico Partido Revolucionario Institucional (PRI), y quien desde ya pasará a la historia como el peor presidente de los últimos 24 años, con apenas un 20% de apoyo popular.

Peña Nieto se va impune y reprobado en materia de seguridad, honestidad y en el manejo de la economía, respaldado por la polémica oferta de López Obrador de que habrá “perdón y olvido” para la finalizada administración, bajo el argumento de que son tantos los corruptos en México que no cabrían en las cárceles.

El nuevo mandatario mexicano, quien llega al poder tras el tercer intento, quiere cambiar de raíz la vida nacional en seis años de mandato y hasta el modo de vivir de los presidentes en México, ya que prácticamente cerrará las puertas de la histórica residencia Oficial de Los Pinos para habitar en el Palacio Nacional, sigue siendo una incógnita para los mercados internacionales y los empresarios, que mirar con cierto temor sus rasgos autoritarios y sus frecuentes ocurrencias en la forma como gobernará.

Todo el país se mantiene a la expectativa sobre cómo será su forma de gobernar y qué hará para desactivar las bombas de tiempo que le deja Peña Nieto en materia de corrupción –el peor cáncer del país– y la inseguridad, con 275.000 víctimas de homicidio en los últimos 12 años.

Otras 150.000 murieron en los 12 años previos. “La violencia está en la vida nacional desde hace décadas, sino es que siglos. Y desde inicios de los 70 hemos sido incapaces de disminuirla de manera sostenible”, asegura el analista en temas de seguridad Alejandro Hope.

El país que hereda López Obrador se ahoga en delitos: 33 millones por año, según la más reciente Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (ENVIPE).

“México está en vilo. Igual los millones que votaron por una esperanza de cambio verdadero que los otros tantos sacudidos y hasta decepcionados, por la incertidumbre de los mensajes contradictorios del nuevo presidente que han incidido en la desconfianza y el temor”, opinó el destacado periodista Raúl Rodríguez.

“No recuerdo, en 40 años de periodismo, una expectativa tan grande ante un cambio de gobierno. Para medirla basta con decir que son 800 invitados (30 de ellos jefes de Estado y de gobierno confirmados) y 1.800 periodistas acreditados. Estamos, para bien o para mal, frente a un hecho histórico”, expresó.

Para el politólogo Enrique Aranda, habrá que esperar al inicio formal de la próxima administración para formarse una imagen más clara y sólida respecto de lo que es posible esperar y validar el entorno de incertidumbre y miedo prevalecientes en amplios sectores o recuperar la hoy perdida estabilidad.

Desde que ganó con el porcentaje de votos más alto de la historia reciente en julio pasado, López Obrador ha expresado ideas contradictorias sobre el manejo de la economía y en temas de seguridad.

Sus dos anuncios más polémicos fueron la suspensión de la construcción del nuevo aeropuerto internacional de México en la localidad de Texcoco y la creación de la Guardia Nacional, que en términos reales militariza el combate a la delincuencia en México.

“No creo que se haya terminado de calibrar la gravedad de haber cancelado el nuevo Aeropuerto Internacional con todas las repercusiones que ha tenido y que tendrá todavía más en el futuro en término de inversionistas y accionistas. Si esos conflictos legales no han estallado es porque, oficialmente, la construcción del aeropuerto no se ha cancelado”, opinó el crítico Jorge Fernández.

Afirmó que la cancelación del aeropuerto es un desatino enorme y si López Obrador comienza su mandato con esa medida lo hará tirando a la basura 10 mil millones de dólares ya invertidos, en una obra que lleva 36 por ciento de avance, dejará 40 mil trabajadores en la calle y romperá los contratos de casi 500 empresas nacionales e internacionales que tienen contratos firmados.

“Es irracional, y los mercados castigan la irracionalidad”, alertó el experto al advertir que prevalece la incertidumbre sobre la verdadera forma de gobernar del nuevo presidente de México, quien a unas horas de tomar posesión ya había caído 9 puntos en las encuestas de aceptación popular por su extraña forma de hacer y decir las cosas.



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