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Economía | 01/01/2019

Segundo aguinaldo y la COB, de mal a “más peor”

Segundo aguinaldo y la COB, de mal a “más peor”

Ideas de Página Siete

Enrique Velazco Reckling (*)

La irracionalidad del segundo aguinaldo queda nuevamente en evidencia con la impertinente demanda de los dirigentes de la COB para que esa medida les llegue también a ellos, y para que el pago sea en efectivo, eliminando el 15% en producción nacional. El señor Guarachi debe ubicarse: como está planteado, el segundo aguinaldo contribuye a reducir cada vez más la base trabajadora de la otrora gloriosa COB, especialmente la fabril, aumenta la desigualdad y discrimina a gente que realmente trabaja por Bolivia.

Está ampliamente demostrado que el PIB global y su crecimiento no son indicadores adecuados del desempeño social de la economía, que es absurdo que el beneficio llegue a menos del 20% de la fuerza laboral activa, y que es irracional que los funcionarios públicos y los bancos (¡!) –que no generan valor a la economía– sean los mayores beneficiarios.

El sector financiero es, de lejos, el sector económico formal más beneficiado del modelo actual habiendo mantenido tasas de crecimiento superiores al 5% entre 2006 y 2017; en ese período, los bancos acumularon utilidades por  2.250 millones de dólares que el Gobierno justifica argumentando que, con el IUE, el Estado participa en 25% de las utilidades y aplica una alícuota adicional (AA-IUE) de 12,5% si la rentabilidad (cociente entre la utilidad antes de impuestos y el patrimonio del banco) supera el 13%.

Veamos. Al 31 de octubre de 2018, la rentabilidad sobre el patrimonio es 13,4% porque el patrimonio alcanzó a 14.780 millones de bolivianos, y las utilidades antes de impuestos (sin segundo aguinaldo) sumaron 1.980 millones; si la gestión concluyera así, se aplicaría la alícuota adicional y el sistema de bancos debería pagar 742 millones de bolivianos en impuestos; pero si a los resultados se resta el pago del segundo aguinaldo, la rentabilidad baja a 12,1% e implica que los bancos solo pagarían 25% sobre los 1.980 millones: 495 millones en lugar de los 742 (ahorran 247 millones). 

Es decir, pagarían los 180 millones de bolivianos que les representa el segundo aguinaldo con los impuestos “rebajados” y todavía tendrían ¡un saldo a favor!

Como no todos los bancos ganan igual, incluso si la rentabilidad del sistema superara el 13% en 2018, todos pagarán AA-IUE “con rebaja” y,   paradójicamente, habrá  algunos para los que, lejos de significar un gasto mayor, el segundo aguinaldo será ganancia. 

Pocos sectores de la economía real comparten esta “suerte”: son grandes empresas industriales (muchas de capital extranjero) en cemento, alimentos y bebidas, y refinerías –que son los sectores industriales que coincidentemente crecen más del 4,5%-, y sectores de no transables (construcción) y de servicios (distribución de electricidad, gas y agua) en las que el “costo” del trabajo es bajo respecto al excedente empresarial.

Pero cuán diferente es la situación de las micro, pequeñas y medianas empresas que apostaron por la manufactura. Avasallados en su mercado natural por el contrabando masivo, e incapaces de competir en el exterior por la moneda sobrevaluada y por la baja productividad que resulta de la falta de competitividad, en los últimos años crecen muy por debajo del 4,5% y, de hecho, su capacidad de crear empleo se ha estancado, por lo que la fuerza fabril está casi en agonía. 

En estas actividades productivas, la remuneración al trabajo es muy significativa respecto al valor agregado, y el segundo  aguinaldo tiene impactos que pueden ser mortales para ellas.

Como consecuencia, entre el asalariado formal de la empresa privada y la administración pública –únicos beneficiarios del segundo aguinaldo– crece el autoempleo, formal e informal. 

Estos trabajadores por cuenta propia la pasan aún peor. Incluye a los campesinos, profesionales independientes y, en general, los cuatro millones de personas –el 70% de la PEA– a las que la incapacidad estructural del modelo extractivo-rentista para crear puesto de trabajo los condena a la autoexplotación laboral. 

Aunque este segmento debería ser el más valorado y premiado porque aporta al ingreso nacional arriesgando su patrimonio y su fuerza de trabajo sin ningún apoyo del Estado, no recibe a cambio ningún beneficio (social o fiscal) del que si gozan los asalariados privados y los empleados públicos.

Con cada trabajador independiente, la COB se debilita y el Estado alivia su responsabilidad constitucional de generar oportunidades de empleo digno, al extremo de desentenderse totalmente de dotarles de servicios de salud o de seguridad social a corto o largo plazo. 

Los trabajadores independientes no tienen estabilidad laboral ni acceso a la estructura de seguridad social, pero bajo la forma de IUE están obligados a pagar un ilegal impuesto al ingreso y tributan –proporcional y realmente– más que los trabajadores dependientes con mayores ingresos y que gozan de seguridad laboral y social; más aún, sin tener ni primer ni segundo aguinaldo, con sus impuestos pagan las remuneraciones y otros beneficios, ¡hasta el segundo aguinaldo!, de funcionarios públicos que, por definición, son social y económicamente menos productivos.

A la luz de estas tendencias, es absolutamente claro que la dirigencia de la COB no puede mostrar un solo indicador que refleje su aporte al fortalecimiento de la clase trabajadora, que es el objetivo fundamental de la COB y debería ser también de su dirigencia. 

¿Qué hacen los actuales llunk’u-dirigentes para creer que, estando “en comisión” con salarios mayores a 20.000 bolivianos mensuales, merecen recibir un aguinaldo, mucho peor el segundo que premia el “esfuerzo por Bolivia”? ¿No es ya una torpeza que linda con el cinismo oponerse a destinar menos de la quinta parte del segundo aguinaldo para apoyar en algo la supervivencia del declinante empleo productivo boliviano? 

¿Por qué no exigen al Estado un trato mínimamente equitativo para los trabajadores y profesionales independientes que están forzados al cuentapropismo y son extorsionados por el fisco, y para los campesinos que están absolutamente al margen de cualquier régimen laboral dignificante?

Realmente, es hora que alguien ponga freno a esta orgía de irracionalidad. Si tienen a la COB intervenida, cuando menos pongan personas que entiendan su rol.

(*) Enrique Velazco Reckling es investigador independiente en desarrollo productivo.



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